martes, 28 de agosto de 2012

Miguel Bosé, reportaje 2º parte

¿Y las mujeres, no? Las mujeres maduran constantemente, son totalmente distintas.
¿Los años, la madurez, le restan a uno procacidad? Una cosa es el cuerpo y otra la mente. Hay gente de treinta años que ya es completamente vieja, y en cambio personas de setenta años pueden ser perfectamente jóvenes. Yo soy de los que tienen la dicotomía entre el cuerpo y la mente. Por una parte, el cuerpo se cubre de años, de cicatrices, y por otro lado, la memoria se hace selectiva. La mente y el espíritu están hechos de una curiosidad sin límites, pero a menudo cada uno va por su lado. El físico, por su parte, tiene otro tipo de respuestas. Yo me relaciono con los amigos de mi edad, naturalmente, pero también con personas mayores que yo y con otros que son más jóvenes. Quizá la mayoría con la que más contacto tengo son de este último grupo.

¿Qué recuerdo destacaría de su padre?La ternura.

¿En qué le ha influenciado más su madre?En el ADN. Ahí está todo.
Sus hijos tienen ya más de un año. ¿Cómo se siente? Ante todo, soy un ilegal por lo que hice, lo cual me encanta. Es decir, soy un padre soltero. Mis hijos los tuve fuera de aquí. Estos procedimientos en España no están regulados.
Se diría que es usted todo un padrazo.Me siento extraordinariamente bien. Me gusta ser padre. Es una decisión que tomé tarde en mi vida. Ajusté el momento para adaptar mi agenda a la nueva situación. He tomado un compromiso total con ellos. Antes veía a mis amigos haciendo ñoñerías con los pequeños y ahora me veo igual o peor que ellos porque estoy haciendo lo mismo.

¿En qué momento se le enciende la chispa por la música?Cuando mi canción Linda se convirtió en un éxito. Y más que la sensación de que aquello me despertaba una vocación fue intuir que se me abría un filón de dinero. A partir de esto, me tomé la profesión muy en serio y pronto llegué a sentir de verdad una pasión auténtica por la música.

¿Imagina que hubiera podido dedicarse a otra cosa en la vida?Lo que de verdad me atraía era la vida submarina. Yo, en realidad, quería ser biólogo marino, oceanógrafo… Me gusta mucho bucear.
Pero cuando estalló el éxito de Linda usted ya era mayorcito. ¿No había sentido la vocación musical antes?Bueno, de pequeño había cantando en la escuela, con otros compañeros habíamos formado un grupo musical. Pero cuando acababa de estudiar en Londres tenía diecinueve años. Me atraía la comedia musical. Al mismo tiempo me pidieron hacer cine e hice pequeños papeles en varias películas. De repente, lo recuerdo bien, en una fiesta para el cantante Neil Diamond, me pidieron si quería grabar un disco. Entonces, yo, como los adolescentes que le dicen que sí a todo, dije que sí, pero sin un entusiasmo excesivo, y poco a poco, a partir de ahí, empecé mi carrera.
Cuénteme las veinticuatro horas de un día ideal.Depende de donde esté y depende del día. No tengo preconcebido un día ideal para mí, como tampoco tengo un humor constante. Un día, de repente, me desplazo continuadamente de aquí para allá, otro día me meto en el huerto y el jardín y no paro de trabajar mañana y tarde, porque, claro, yo no juego al golf… Otros días me apetece componer y escribir. Cada día es distinto para mí, tampoco por las mañanas desayuno siempre lo mismo. Mi vida es muy abierta. Piense que soy hijo de torero.
Pero usted no ha toreado nunca.Pues… no, no he toreado. Fíjese, me ha hecho dudar.
¿Se podría vivir sin bancos?¿En qué sentido? ¿Así, con el culo en el suelo, y a la intemperie? No se podría vivir. Estamos tan acostumbrados y lo tenemos tan asumido, que prácticamente sería imposible. Sí que tenemos derecho a vivir con bancos de mejor calidad financiera. En estos momentos, todo va para atrás. Tal como están, los bancos deberían llamarse como siempre se había llamado a su actividad, que es la de los usureros. La economía, al final, ha ganado el pulso a la política. Yo creo que hay que exigir a los bancos que tengan una mejor calidad de servicio.
Del mismo modo, ¿se podría vivir sin jueces y sin políticos?Hombre… Prácticamente sin políticos ya estamos viviendo. Y sin jueces, casi. Todo está en manos de los bancos. En las próximas elecciones ya me da igual coger una papeleta que otra, porque al final, se trate de un partido o de otro, demuestran la misma ineficacia. La clase política es tremendamente débil. Débil y tóxica. Tiene que ser relevada pero ya, ­inmediatamente.
¿Pueden peligrar la educación y la salud?Claro que pueden peligrar. Es más, ya están en peligro. En momentos como los que estamos viviendo, hay cosas que no hay más remedio que someter a decisiones drásticas, pero otras no deberían ni cuestionarse. En un contexto en que todo sube, menos los sueldos, y nos instan a consumir hay que calibrar muy bien de qué modo se interviene en los recortes. La educación es el futuro de un país, y la sanidad es un derecho. El trabajo, el derecho a la vivienda, a un buen retiro, son irrenunciables.

Y la armonía entre naturaleza y animales, ¿también está en alarma roja?La naturaleza y los seres vivos forman parte de este mismo sistema de vida. No se puede desvincular una suerte de la otra.

¿Resulta pesado ser famoso?Es que yo no he conocido otra cosa en mi vida. Nací en una familia de famosos y siempre he estado bajo los focos, es un aspecto que tengo muy integrado. Si a esto le añades la cosecha de un cierto éxito, al final adoptas esta situación como regla y no te planteas otra cosa.
¿Es importante para un artista asumir plenamente la faceta de empresario?No es una cuestión imprescindible, pero hay que ser conocedor de los pormenores de tu actividad, es básico. Cuando te adentras en ello llegas a la conclusión de que tienes que asumir esta dimensión del oficio. Lo más importante, sobre todo, es saber conformar equipos y delegar funciones.
Estudió interpretación de joven, pero tardó en demostrarlo en el cine.Siempre, desde joven, he seguido haciendo cine, pero hace ya quince años que no. Creo que demostré, y especialmente me demostré a mí mismo, lo que era capaz de hacer y ya está. He hecho cine, he hecho teatro, sé que puedo interpretar un papel, pero también sé que esto no es exactamente lo mío.
¿Como vive un niño entre Visconti, Picasso, Hemingway, Sophia Loren…?Muy bien. Un niño siempre lo pasa bien y con lo de siempre, jugando, correteando… Yo no sabía entonces quienes eran. Décadas después, claro, me enteré de lo que representaban todos ellos.

Aparte del oficio, ¿qué música le interesa en especial?
Los clásicos. Yo me he educado especialmente en la música clásica, que siempre he escuchado y siempre he admirado.

¿Qué compositores?Pues los básicos, Bach, Mozart, Beethoven, Brahms. También me gusta mucho la ópera, quizá por mis vínculos con Italia. Sobre todo, los milaneses, las obras de Puccini, Verdi, Bellini…
¿Le atrae el jazz?Sí, pero no todo el jazz. Hay ciertos estilos y autores en los que no entro. También me pasa con el rock, como también me pasa con mi propio estilo de música, el pop. En jazz, por ejemplo, el compositor y pianista Thelonious Monk es un autor de fondo, un autor ciertamente difícil, pero que cuando lo escucho me resulta exquisito. Una pieza o te gusta o no te gusta. Nunca me pregunto por las razones, es una cuestión de piel.
¿Tendrá sus preferencias literarias?Me inclino especialmente por la novela y la novela del siglo XIX que es donde creo que se encuentra lo mejor que ha dado el género. Especialmente los franceses y los rusos, Zola, Dumas, Dostoyevski, Tolstói…
¿Cómo se ve a sí mismo en un ­autorretrato?Se lo digo en dos palabras, Miguel y Bosé. Vivo estas dos personalidades. A Miguel no lo conoce todo el mundo, forma parte de lo que es mi vida personal. Bosé es la imagen que la gente tiene de mí. Me gusta pasear, prefiero el campo a la ciudad, y no es que adore especialmente cocinar, pero tengo que hacerlo.

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