martes, 28 de agosto de 2012

Miguel Bosé "El hombre nunca deja de ser un Peter Pan" 1º parte

Explícito y reservado a la vez, Miguel Bosé, este niño de 56 años, sigue encaramado en el árbol de la música, exprimiendo la aventura personal. Armado de energía para un calendario de actuaciones que empezó en Marbella a principios de agosto y termina, de momento, en Zaragoza a mediados de octubre, el cantante presenta el nuevo álbum, Papitwo, en el que comparte otra vez sus temas con un nutrido cartel de voces amigas. La gira incluye plazas como Algeciras, el festival de Cap Roig en la Costa Brava, Cambrils, Sevilla, el Palau Sant Jordi de Barcelona y Madrid. A partir de otoño, la compañía cruza el Atlántico y emprende una primera gira por Latinoamérica. En Papitwo destacan los duetos que Bosé interpreta junto a Penélope Cruz, Joaquín Sabina, Malú, Alejandro Sanz, Juan Luis Guerra, Juanes y su sobrina Bimba.

Llegados a su casa de Somosaguas, antes de encender el micrófono, un ejército de perros sigue a Miguel hasta que, pacientemente, los conduce a buen recaudo para hallar mayor tranquilidad. Durante un plácido mediodía de julio, en el protegido retiro de la estancia madrileña, agotando el último día antes de arremangarse para los ensayos de los próximos conciertos, el artista conversa animadamente. El jardín, compendio de huerto, prado y bosque, tiene un espacio reservado junto a la piscina. Resguardados del sol, bajo la sombra de unas acogedoras cañas posadas en una techumbre de hierro, alrededor de una mesa de azulejos, los pensamientos fluyen al compás de la naturaleza. La brisa, caprichosa, envuelve los momentos.

Parece un hombre grave cuando sólo transmite seriedad, incluso en los instantes en que se le nota colmadamente satisfecho y preso de una alegría interior con la que convence al interlocutor. Pasado el engorro de las inevitables fotografías, las palabras brotan más sosegadamente. No hay prisa. De repente, mira al cielo y descubre el vuelo de un águila del que hace partícipe a la concurrencia. Mientras saborea la libertad del animal como si fuera la propia, Bosé regresa a las preguntas como si fuera un acto de continuidad mientras que el ave, pasajero circunstancial, desaparece tras el alto azul.

En abril del 2011 el cantante anunció a través de Twitter y Facebook que sus hijos Diego y Tadeo, nacidos de una madre de alquiler fuera de España, ya habían cumplido un mes. El alma transparente y el carácter fluido, nada rencoroso, se expresan a través de una mirada directa y decidida. Así, los ojos clavan las frases como alfileres y, cuando buscan la certeza de una respuesta no tan instantánea, apenas dan un par de giros para barrer la frente y posarse de nuevo en el camino de una sintaxis concluyente, de un estilo muy personal. Los 56 años de Miguel Dominguín Bosé, holgadamente bien llevados, empezaron, precisamente, en 1956, el 3 de abril, y en Panamá.

Es usted internacionalista. ¿Cuántos pasaportes tiene?Todo es consecuencia de la constancia y de la profundidad con que he vivido en cada momento. Aunque nací en Panamá, no tengo el pasaporte panameño, pero sí tengo pasaporte español y pasaporte colombiano. Primero, porque yo me siento español, lo soy por los cuatro costados. Digamos que lo soy en cuanto a raíces, aunque he crecido en una cultura variada, italiana por parte de mi madre, por lo que he recibido influencias y educación italiana, también influencias y educación española y, finalmente, francesa porque estudié en el Liceo Francés. En este sentido poseo una cultura amplia y universal. Conservo el pasaporte colombiano por razones profundas. Mi padre vivió en Colombia la infancia y la adolescencia. Creció en Medellín. Yo mantengo allí, junto con Juanes, la fundación Paz Sin Fronteras.

Los lazos con Latinoamérica, entonces, vienen de lejos.Son países fieles y leales que suponen además una magnitud de mercado considerable. Hay una parte importantísima de nuestra cultura cuya raíz está allí. Si no conoces aquella realidad, no comprendes la dimensión de la cultura de aquí.

Toda su vida ha estado de acá para allá. ¿Se siente un nómada?Me siento nómada desde siempre. Yo soy hijo de torero, y los toreros no viven en las ciudades sino en el campo. Con mi padre nos pasábamos una parte del año en la provincia de Jaén y la otra parte en la de Cuenca. Yo he conocido lo que es la trashumancia, ir de aquí para allá como algo consustancial a mi tipo de vida.
Defina en un eslogan la salida del nuevo disco y la gira de verano.Mi nuevo trabajo, Papitwo, está en la línea de confirmar que la serie continúa, es decir, puede que venga un Papito 3, porque amigos a los que invitar y material los hay de sobras. Llegados a este punto, yo sé que falta gente, que puede haber más… Todo empezó por un reto que consistía en revisitarme, en realidad ha sido un proyecto de continuidad, que ha resultado muy divertido por el simple hecho de construirlo. Cuando empecé, me preguntaba: ¿me seguiré creyendo lo del pasado, lo que he estado haciendo durante treinta años de carrera? Al preparar el primer proyecto de Papito puse en la mesa los veinte álbumes que llevaba grabados y una copa de whisky así de grande, por si acaso. Así, me pregunté el porqué de los progresos, las músicas… Al final, la copa quedó intacta. Me fui enriqueciendo y salí fortalecido porque comprobé la coherencia que había tenido toda mi carrera. Te aseguro que pude dormir tranquilo, porque lo importante es poder dormir tranquilo. Todo te cuadra, ves como se moldean tus amigos a la idea. Siempre digo que Papito fue el concierto de la gente. La gira duró caso tres años.
Papitwo es también un trabajo en el que aparece tremendamente arropado. ¿Teme usted a la soledad?Es que creo que no se está solo nunca. Si uno está solo, en el fondo, es porque quiere. Siempre estás acompañado. Otra cosa son las posturas que alguien quiera tomar, posturas existenciales o pseudosuicidas, para vender algo… Yo no me he sentido nunca así. Los únicos momentos en que estoy solo son los que he querido, sea para leer, para escribir, para dormir. Momentos saludables. Hay cosas que sólo puede hacer uno. Los momentos de soledad, si acaso, son sólo momentos orgánicos.
¿Cómo anda de salud el pop a los 56 años?La salud del pop está fenomenal. El pop es el estilo de música que más se hibrida, el más descarado, porque salta fronteras…
Oyendo los temas de su nuevo álbum, se diría que se adapta como un guante a los compañeros con los que canta a dúo.Los proyectos de Papito tratan de acercar fronteras. Los duetos sólo puedo entenderlos de esta manera. A los amigos y las amigas que cantan conmigo, precisamente, lo que les pido es que se queden en su mundo. Luego, se trata de encontrarnos. Cada caso es distinto.

¿Hacia dónde dirige usted ahora su carrera? El primer Papito constituía el repaso a mis entonces treinta años de carrera, después grabé el disco Cardio y con esto acabó mi contrato con la compañía Warner. Cuando me llamaron para un nuevo proyecto me lo pensé y puse mis condiciones. Tenía ya a mis dos hijos y debía adaptar mi agenda a la nueva situación. Papitwo lo he hecho en menos tiempo. Empezamos a hablarlo y nos pusimos a trabajar en octubre. Hasta enero fueron saliendo los temas. Además estamos en unos nuevos tiempos, y yo también quiero un momento nuevo. Las industrias musicales están muertas, y las que no se dan cuenta ya lo comprobarán dentro de nada. Ahora existen nuevos soportes. Como mi patrimonio es el patrimonio de las ideas, he fabricado distintos frentes para mi proyecto, hasta seis frentes que van del dance al pop…

¿Qué otros proyectos tiene?De todo tipo, desde ideas para ponerme a escribir hasta un montón de sugerencias para poner en imágenes… Yo creo que estamos viviendo un nuevo Renacimiento.

Diga las tres o cuatro personas que le han marcado a fuego en la vida.Mi abuela materna, mi profesor de latín, mi tata… y ahora, claro, mis hijos. Todos ellos me marcan y me marcarán. Ellos han sido determinantes respecto al bagaje de información que he llegado a tener.

¿Qué escribiría en el espacio de una postal sobre su infancia?Nada. De mi infancia no hablo porque es un apartado reservado. Hace tiempo que decidí que la familia, las relaciones personales, las amistades, son un templo sagradísimo. Cuando me preguntan sobre ello me voy al silencio.
¿Es bueno tener siempre algo de Peter Pan?Sí, es bueno. El hombre nunca pierde esta condición, siempre se queda en una edad, pueden ser los siete, ocho, nueve, diez u once años, pero se para en un niño y ahí se queda. Así que no es difícil no perder esta condición de Peter Pan. Lo que es realmente difícil es deshacerse de ella. Somos unos niños grandes.


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