martes, 6 de agosto de 2013

Miguel Bosé, Persona del año 2013


El artista habló sobre la dualidad de ser un chico salvaje y un padre conservador.

Son las 7 de la noche y está en su faceta de papá. Hace poco más de un mes se conoció que tiene cuatro y no dos hijos. “Ahora mismo, estoy sirviéndoles la merienda”, dice con su voz de acento español al otro lado de la línea. Ese padre cariñoso fue el otrora irreverente, sensual y provocador de los escenarios, dos modos que conviven en el mismo cuerpo, como el yin y el yang. Es Miguel Bosé.
“Miguel y Bosé son dos personajes que no se pueden soportar, pero que tampoco se separan. Bosé es un creativo, un explorador, es inquieto, no tiene reglas, es transgresor, va pa’lante, y no le ve problema a nada. Miguel es todo lo contrario: una vida familiar, lejos de los titulares, con un huerto, un jardín y unos hijos”, dice el cantante desde la cocina de su casa, donde responde una entrevista telefónica con este diario.
En junio, visitó Colombia con la gira Papitwo, su más reciente álbum, días después de conocer una noticia que le produjo mucha emoción: fue designado como Persona del año 2013 por la Academia Latina de la Grabación (Laras), que cada año también concede los premios Grammy Latinos.
“Es un honor, porque creo que es el premio máximo que se puede recibir en una carrera como esta, porque destaca al artista y a la persona. Al músico, por su forma de entender su oficio y su aporte a la industria; y al ciudadano Miguel, que tiene muchos compromisos sociales”, agrega el artista.
Enumerar sus discos (una treintena), canciones (más de 200), actuaciones (en teatro, cine y TV), colaboraciones (incluyendo a los colombianos Shakira, Juanes y Carlos Vives), espectáculos, premios y obras benéficas (Fundación Paz sin fronteras) sería un proceso demorado.
Lo rápido es decir que en 36 años de carrera, Bosé ha administrado su tiempo con maestría. “Logro cocinar, verme con mis amigos, viajar, nutrirme de cosas que suceden en las noticias… Si uno es muy curioso y se organiza bien, el tiempo es muy elástico. Y desde el comienzo, quise tener en el territorio de Bosé (el artístico) todo el contrapeso de la normalidad”, cuenta.
Pero normalidad no pareciera la palabra más adecuada para definir el día a día del artista. “Cuando tienes cuatro hijos, lo único que cambia es tu agenda, la planteas diferente –explica–. Antes me iba de gira por siete semanas, ahora salgo dos, y vuelvo a casa para estar con ellos”.
Cuenta que “hacer un libreto en la vida es imposible. Las cosas van surgiendo a medida que vas caminando y lo que tiene que ser, llegará. Por lo menos, en mi caso, algunas de las cosas que he previsto y que no salen al final, me resultan muy frustrantes”.
Con un concierto pendiente en Toledo (España), el próximo 20 de agosto, Bosé aspira a tener un espacio para corregir y editar dos libros de más de 700 páginas que debe reducir a la mitad. “A veces no he comido, no he dormido, no he bebido, pero no pasa un día de mi vida en el que no escriba. Lo hago a la par de respirar”, confiesa.
Aunque está altamente influenciado por la tauromaquia, gracias a su familia paterna, Bosé resultó un fanático del fútbol, “del Real Madrid en las buenas y en las malas”, asegura. Así, entre la música, los conciertos, la familia y la filantropía pasa su cotidianidad. “Detrás de ese trabajo que se ve, está el que no se ve, el del compromiso constante. Al final del día duermo poco, pero profundo y tranquilo”.
Famoso por su sentido del humor ácido y por su parquedad respecto a algunos aspectos de su intimidad, no se contiene al referirse a Latinoamérica: “Siempre he dicho que uno no se puede entender como español, si no conoce este continente (…). Tengo una especie de hermandad de familia, de lazos de sangre, una conexión con ustedes desde hace más de 40 años. Es como una deuda contraída que jamás podré pagar ni devolver”.
La pregunta es cómo pasará a la historia: si como el chico salvaje que irrumpió en el mundo del pop con Linda, en 1977, o como el padre conservador de ahora. “No lo sé porque de un lado paso al otro. Miguel le da tierra a Bosé y lo tiene que aguantar, sabes, porque es Bosé el que paga las cuentas. No tienen más remedio que soportarse”. El cantante tiene que colgar, pues los gritos desaforados de sus chiquillos así lo indican. “Que me recuerde como cada quien quiera”, concluye.

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