domingo, 16 de septiembre de 2012

Miguel Bosé, el gran divo español


 "Todos nos dimos cuenta de que ahí había un artista" cuenta el cronista musical José María Íñigo sobre aquella noche de abril de 1977 en que un joven Miguel Bosé debutó en el escenario del programa de televisión "Esta noche... fiesta" para desentumecer el rictus de una España anquilosada por décadas de dictadura e inmovilismo.
La expectación era máxima. Entre el público, los padres del artista -el célebre torero y galán Luis Miguel Dominguín y la actriz italiana Lucía Bosé, ya separados y sin hablarse-, además de alguna que otra presencia destacada, como la de Dewi Sukarno, por aquel entonces esposa del dictador indonesio.
Con una indumentaria absolutamente moderna y desenfadada en vistosos tonos azulados, con una camiseta ceñida de manga cortísima y desinhibidos movimientos, Bosé demostró en su interpretación de "Linda, su primer gran éxito, que pese a tratarse de un cantante novel, su formación artística era sólida, tanto como sus genes, su aplomo y su expresividad.
"No es un gran cantante ni un gran bailarín ni un gran actor, pero todo junto hace de él un gran artista", resume Íñigo como las grandes cualidades que han llevado a Bosé a erigirse durante estos más de 30 años de carrera como el artista más completo de la música española.
EL VESTUARIO COMO HERRAMIENTA
Esa concepción global de la música, en la que tan importante era la parte del espectáculo como la discográfica, se hizo patente desde el principio en su carrera.
En su disco "Miguel" (1980), del que surgieron éxitos como "Te amaré", el homenaje que rindió a su padre en la portada vistiéndose de torero le permitió además explotar las coloristas y simbólicas connotaciones del traje. Y es que Bosé ha sido uno de los artistas que más fruto le ha sacado al vestuario.
Su osadía estética se manifestó en un tiempo, el de una democracia aún incipiente, en el que se atrevió a cantar "Super superman" y "Don Diablo" con cazadoras de flecos, mallas y botas hasta las rodillas.
Con la portada de "Made in Spain" (1983), en el que colaboraron autores de la Movida madrileña como Carlos Berlanga y Nacho Canut, Bosé entró en la onda del pop art, tendencia que hizo suya definitivamente en su disco más arriesgado, "Bandido" (1985), con una imagen medio tribal, medio alienígena, obra del mismísimo Andy Warhol e inspirada por uno de sus ídolos, David Bowie.
El artista, que hasta entonces había sido acusado de componer "música para chicas", dio un giro decisivo a su música y su estética la acompañó incorporando rasgos muy particulares, entre folclóricos y postmodernos, que aún hoy permanecen en la memoria.
Fueron los años de los pantalones de aviador altos de cintura, de la coletilla larga, de las chaquetas de amplias hombreras en colores llamativos y, por supuesto, de la popular falda-pantalón, uno de sus elementos más icónicos.
"Con 'Bandido', todo el público que había construido hasta entonces y que era mayoritariamente femenino, desapareció, se suicidaron en masa", recuerda con un humor el cantante sobre aquel disco.
Publicaría después "Salamandra" (1986) y "XXX" (1987), en los que mantuvo a grandes rasgos esas señas de identidad estéticas y musicales, en transición hacia los vaqueros y la barba de varios días de "Los chicos no lloran" (1990), una imagen más relajada y asumible para todos los públicos acorde quizás con una música que los críticos consideraron también más comercial.
SORPRENDENTES REAPARICIONES Y GIROS
A pesar de todo, Bosé nunca dejó de sorprender. Tras un lapso de silencio el artista reapareció a lo grande, interpretando a un travesti en la película "Tacones lejanos" de Pedro Almodóvar.
Dotado de un gran sentido de los tiempos y del espectáculo, no fue esa la única vez que aprovechó los embates de la vida para protagonizar sorprendentes reapariciones con las que llamar la atención sobre su música.
La siguiente llegó tras una etapa de relativa calma y vaivenes estéticos, en la que pasó por la sobriedad del aplaudido "Bajo el signo de Caín" (1993), por el más anodino "Laberinto" (1996), con el frívolo y colorido tema "La autorradio canta", o por el disco de versiones "Once maneras de ponerse un sombrero" (1998).
En 1999, apenas dos semanas después de resultar gravemente herido en un grave accidente de tráfico, se presentó en una entrega de premios junto a su "compadre" Alejandro Sanz, ambos vestidos de blanco y peinados de la misma forma, aunque al intérprete de "Nena" le sostenía una faja ortopédica.
Acostumbrado a servir una de cal y otra de arena, publicó primero el melancólico "Por vos muero" (2004), un disco de corte romántico del que todos recuerdan aquella especie de chaqué negro de novio con larguísima cola nupcial.
Seguidamente llegó "Velvetina" (2005), con canciones que miraban a la electrónica y que provocaron gran expectación por el videoclip de "Down With Love", en el que aparecía el actor porno Nacho Vidal.
EL "PAPITO" DEL POP EN ESPAÑOL
Con "Papito" (2007), el disco más vendido en España en 2007 y 2008, Bosé experimentó un repunte absoluto de su popularidad internacional, con grandes colaboraciones con las que celebraba sus treinta años de carrera.
Bosé se convirtió en el nuevo patriarca de los "poperos" españoles, en una influencia básica en la formación musical de toda una generación de relevantes artistas como Shakira, Sanz, Juanes o Ricky Martin.
Sabedor de la gran expectación que despertaría su siguiente disco, "Cardio" (2010), Bosé protagonizó su última gran reinvención. Su espigada figura parecía en los últimos años cosa del pasado, pero en una multitudinaria rueda de prensa, el cantante regresó delgado por obra y gracia -supuestamente- de la cocina ayurvédica y más joven que nunca con una preciosista gira, obra de Alain Corthout.
Gracias a él y a la "factoría del espectáculo" con la que ha formado piña y equipo tras tantos años de trabajo, sus giras se enmarcan entre los grandes tours del pop en español, con un sofisticado sentido del espectáculo que de momento no parece haber encontrado sucesor entre los artistas masculinos en español.

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